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The Sisters Brothers

Si por cada vez que escucho la frase “el western está muerto” el sujeto que lanza tal proclama falleciera, el mundo sería más habitable. Sé que es una frase anclada en el pasado, como la utilización de los géneros cinematográficos como etiquetas. Al reinventarse los códigos para seguir explicando el mundo en el que vivimos, se liberan de sus propios límites, de sus propias definiciones. En esta suerte de reinvención constante, a veces y para decirlo muy llanamente, las películas son muchas cosas. Para explicarme voy a recurrir (perdón) a un recuerdo: solía ver el “Sábado Cine” con mis abuelos, vi la evolución de la narración cinematográfica con las reacciones de mi abuelo. Para él, las complicaciones y las detestadas transversalidades suponían un engorro, los finales sorpresa motivo de risa y los efectos especiales argumento de peso para irse a la cama. Algunas de estas películas que él detestaba son obras maestras. Con el paso del tiempo, cuando programaban un western lo sabías porque media hora antes se encendía un puro de los buenos. Era un hombre de géneros. ¿Le hubiera gustado Sisters Brothers?

La respuesta es complicada. Ante un western de propuesta clásica y factura sólida para una deriva moderna (con cierto poso de metafísica) supongo que su desconcierto sería similar al mío. Audiard consigue un tono y una intimidad, en el entorno de localizaciones clásicas, que traspasan el tiempo. Las pistas del mundo que vendrá son pinceladas que abren puertas, metáforas de esperanza o desesperanza y éstas no parecen que tengan que ser definidas. El trasfondo de los personajes realzado mientras avanza la película concluye en un final desgarrador pero bello. La coherencia argumental emociona (por la escasez actual) y su dureza respeta la tradición del western y a su vez le dan cierta nueva dimensión. Esta nueva perspectiva no se sustenta en la acción, si no más bien en la palabra (cartas de Morris), esos deseos de generar un nuevo mundo. Como una enésima ocasión perdida. Y es aquí donde el western vuelve a reflejar el ahora.

Los Sisters Brothers no acaban el trabajo porque evolucionan hacia la modernidad, tampoco siguen por los mismos derroteros por fuerza mayor y regresan para verificar que el recibimiento será a balazos (como tiene que ser, si es familiar). Mi reacción de entusiasmo ante tal reinterpretación chocaría de todas todas con la reacción de mi abuelo, que hubiera apagado el puro con delicadeza, para reutilizarlo, y con una mueca de desagrado hubiera mencionado algún héroe, de esos que muy a su pesar eran héroes, de algún western clásico. Esa supuesta bifurcación ante el visionado demuestra la certeza de la propuesta. De alguna manera The Sisters Brothers cabalga entre esos dos mundos y acaba donde deseamos acabar casi todos.

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