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Fosse/Verdon

fosse/verdon

What if your hinges all are rusting?
What if, in fact, you’re just disgusting?
Razzle dazzle ‘em
And they’ll never catch wise!
Razzle Dazzle (Chicago)

En Nanette, aquel monólogo que se convirtió en viral de Netflix, Hannah Gadsby se adentró en una diatriba sobre la misoginia en el arte, en particular en la de Picasso, y sobre el eterno debate sobre separar la obra del artista, rematado con una frase del pintor: “Cada vez que dejo a una mujer, debería quemarla. Si destruyes a la mujer, destruyes el pasado que representa”.

Cuando Fosse/Verdon empieza, con el rodaje del mítico número Big Spender en la versión cinematográfica de Sweet Charity (Noches en la ciudad en España, inspirada por las Noches de Cabiria en la que se basa), vemos como Gwen Verdon y Bob Fosse comparten la misma visión creativa. Solo que ella sabe transmitirla, tanto a las bailarinas en las coreografías ideadas por él, en sus vestuarios y maquillajes, como a los productores temerosos de que aparezcan palabras malsonantes o que la película resulte demasiado oscura. Productores que, si no está ella, suelen acabar peleándose con él (de hecho la relación profesional para con los productores pasa a ser de no quererlo a él si no la tienen a ella, al completamente opuesto). Y por eso la necesita, algo que él mismo sabe y, a la vez, odia. En ese justo momento, la estrella de ella en Broadway, empieza a decaer, mientras el siguiente paso de Fosse, después incluso de que Noches en la ciudad fracase, es Cabaret. Y otro nuevo chasco para ella, ya que ni con él de director va a ser la protagonista, ni a pesar de que la acabe reclamando desde el rodaje en Munich (haciéndola momentáneamente feliz: necesita trabajar), va a dejar de engañarla.

Durante la serie, los cameos y guiños son constantes, interpretados por actores de la escena actual de Broadway; no en vano, dos de las mentes detrás de la serie son Thomas Kail y en calidad de productor Lin-Manuel Miranda, director y creador de Hamilton respectivamente, este último guardándose el cameo de Roy Scheider en All that jazz para el último capítulo de la serie. Pero para quien no sea aficionado al musical, no se hacen muchas presentaciones: en el primer capítulo, en una fiesta en casa del matrimonio, Harold “Hal” Prince les explicará el argumento de Company, el nuevo musical con “Stephen”, pero sin nombrar ni el título ni a Sondheim ni al propio Hal, que más adelante sabremos que fue el que los presentó para colaborar juntos en su primer musical, precisamente Sweet Charity. Aquí la “aficionada” también ha tenido alguna pega con algún que otro número musical (el Who’s got the pain? rodado desde la platea con las cabezas tapando el baile de Williams, o el número onírico del tercer capítulo con Fosse antes de entrar en la sala de montaje de Cabaret…), pero al fin y al cabo, los números son de sobra conocidos y la serie tampoco es un musical per se,  sino que trata sobre el proceso creativo en sí y el precio de éste.

Así, la serie, que crece a medida que avanza incorporando incluso pautas de All that Jazz y Chicago especialmente, sigue a partir del fracaso de Noches en la Ciudad y se estructura siguiendo ese recorrido temporal e incorporando flashbacks, tanto a cuando ellos se conocieron (estupenda muestra de cómo a pesar de la atracción mutua competían ya desde el minuto 1), como a algunos flashes de su juventud que aparecen, como a modo de aviso, para ser tratados al completo más adelante o incluso en el siguiente capítulo.

Y verlos trabajar y todo lo que consiguen juntos, es tan solo una de las claves para intentar entender por qué a pesar de que el matrimonio no funcionó, siguieron dependiendo el uno del otro durante décadas… aunque los éxitos solo contaran en el “haber” de uno de ellos, ayudado en buena parte por su autobiografía cinematográfica, contada a pesar de sus grandiosas virtudes de la manera en que solo un egocéntrico a la par que encantador de serpientes podía hacer.

¿Por qué ella tiene esa necesidad de trabajar (puede que la frase que más repita durante la serie) y se atiene a audiciones y pruebas de quien la considera muy mayor o solo apta para musicales, con una sonrisa en la cara, a pesar de ser la ganadora de 4 Tonys? Aparte del sexismo inherente a la industria que persiste en nuestros días, su comportamiento tendría su base en algo que se explica en el tercer capítulo, que la propia Verdon ocultó durante mucho tiempo y la serie ha sacado a la luz. Un episodio de abuso que la obligó a casarse y a dejar al niño al cuidado de sus padres y trabajar, empezando su carrera en el mundo del espectáculo. La serie, aunque no da respuestas ni justifica comportamientos, muestra los hechos como claves para poder llegar a entenderlos. El capítulo en cuestión termina con un brillante plano secuencia de una de las anécdotas más célebres de Broadway, el momento en el que ella se convirtió en una estrella: el público detuvo la obra Can-Can gritando su nombre e impidiendo reanudarla hasta que salió a saludar, envuelta en una toalla, después de que tuvieran que ir a buscarla al camerino. El trabajo de Michelle Williams es monumental en la serie, desde todo lo que esconden las buenas palabras detrás de una fingida sonrisa hasta su timbre y tono de voz, y un buen ejemplo de ello es en esta escena en la que transmite con su rostro todas las experiencias y sacrificios por los que ha pasado y que la han llevado a ese momento, consciente de que ha conseguido triunfar.

Pero también en el caso de él, que en una conversación entre amigos (hombres) que confiesan su primera vez, éstos envidian la de Bob Fosse, que cuenta cómo dos stripteasers “se encapricharon” de él cuando tenía 13 años, explicada con fingida indiferencia y tal y como los demás esperan de él (the luckiest boy in the world). Luego en el sexto episodio, esta experiencia se representa tal y como es: un abuso contado en un imaginario stand-up en blanco y negro à la Lenny del propio Fosse (sentirse asustado, cachondo, confuso, culpable, despreciable y salido todo a la vez, jode todas las relaciones de tu vida). O sea, de la misma manera que él acostándose con las bailarinas estaba aceptado y asumido por todos incluidas ellas, mostrado como un abuso de poder y sin hacerlo explícito con palabras.

Más allá de ser otro estudio más de un genio torturado y problemático y la musa que lo inspiró y aguantó (las mentes detrás de la miniserie, Steven Levinson y Thomas Kail, consideraban que habían visto muchas veces esa historia), Fosse/Verdon equipara y pone a la misma altura el talento y visión de los dos, algo necesario dado que el éxito de Fosse ha invisibilizado los logros de ella. La historia, basada en el libro “Fosse”, de Sam Wasson, requería un enfoque diferente, y no dieron con él hasta conocer a Nicole, la hija del matrimonio. Como productora y consultora, se ha podido ver cómo, fuera de la versión edulcorada de su relación en All that jazz, Nicole se vio influenciada por aquel ambiente, la relación de sus padres y el comportamiento de su progenitor, cayendo en adicciones. Se dieron cuenta entonces que no tenía sentido explicar la historia del uno sin el otro. Y obviamente, esta se ha explicado necesariamente acorde a la era del #MeToo.

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