“Hace tiempo que te acompaño.” El Séptimo Sello
Contextualicemos o no o sí o que más da… Cada cabronazo necesita demostrar que es muy cabronazo. Es como cuando se tiene que demostrar la inteligencia en cada frase del texto (y sirva esta como excepción que espero demuestre mis ganas de ser pillado). Escribir es asesinar el concepto. Esa idea que arrastras días y días por el fondo y tienes que plasmar para aniquilarla. Asumir que sabes lo que eres y lo que haces. Explotemos nuestra condición:
1- Primer incidente:
La imprevisibilidad de la obra, del artista, generará desconcierto e interés. La exigencia para cumplir las expectativas ante la idiotez humana facilitará las cosas. El peor de los seres humanos tendría que tener un lado humano. El héroe americano como antítesis del camino. La rima es previsible. Vulgaridad no rima con gato.
2-Segundo incidente:
Asumir nuestras debilidades. Ejecutar el juego. Crear la acción. El absurdo para derivar al interpelado a la fuga de lo acontecido. Rizar el rizo para demostrar que todo es banal. ¿A quién no le gustan los donuts?
3-Tercer incidente:
La maldita obra de arte. Esa obsesión por la perfección crea disfunciones. En nuestro trayecto tendríamos que soltar los lastres, las ataduras. La caza del destello genera monstruos.
4-Cuarto incidente:
La idiotez puede generar indignación. La incomprensión por el resultado creará un deseo de ser comprendido, de ser justificado, de ser admirado. Desearemos la inquietud de los otros.
5-Quinto incidente:
La osadía y el divertimento son las bases para construir una obra que ejerza atracción. Podemos ir añadiendo capas y matices, cuerpos y más cuerpos, pero la insatisfacción siempre rondará la luz. Las sombras de no ser diferente.
Epílogo:
La infancia cruel, la obra ya acometida, el talento envidiado, la sabiduría aprendida, la ostentación del resultado como triunfo, la lucha contra los sermones que adoctrinan…
Al fin y al cabo nuestra vanidad es nuestra estupidez y nuestra sentencia. Destrozar la idea moral utilizando la moralidad. El infierno es el final del trayecto. El purgatorio es el camino. Y el cielo sale en otras ficciones, películas o divinas comedias.