CAMPEONES (Javier Fesser, 2018)
Película premiada por la exaltación de valores igualitarios y solidarios, por su mensaje inclusivo que ha sabido transmitir a la sociedad. Campeones nos muestra las vicisitudes de un equipo de baloncesto cuyos miembros tienen discapacidad intelectual o de desarrollo. Cuando se enfrenta a un conjunto igual, no tiene bajo ningún concepto que utilizar artimañas, trampas o desacreditaciones, al hacerlo, resurgen el aroma cañí, los sufridos listillos, los tejemanejes y los espabilados. La España cartón piedra que tendría que estar superada y olvidada. La planificación de la película destila simplismo y su estilo retrocutre genera estupor. El objetivo lícito cae en la enésima reiteración de conductas inapropiadas premiadas por sus valores. La discapacidad intelectual y de desarrollo merecía otra película, pero a lo mejor España aún no puede acometer una reflexión profunda, no banal, sobre una igualdad de cajón. El discurso plano servirá para ayudar, los premios para alertar, la taquilla para sufragar, pero la mirada seguirá siendo condescendiente y primitiva.
2-ENTRE DOS AGUAS (Isaki Lacuesta,2018)
¿Puede el cine artesanal generar vicios y automatismos agotadores? ¿Se puede gritar que el cine delicado y sensible puede hartar? ¿Se puede reiterar un mensaje diez veces para volver a vivir la inadaptación, el rechazo social y el fracaso? La lamentación puede ser reflejada con destreza, belleza y dignidad resplandeciente, todo respaldado con interpretaciones que no son interpretaciones, que son transparencia. Añadamos discutible ficción al desgarro y el espectador puede quedar impedido para dictar valoración, sólo sufrirá si es empático. La pérdida del deseo de cantar creaba un universo. La pérdida del deseo de vivir crea tópicos. Desear una tercera entrega donde la pérdida del anonimato cree metacine y poder así seguir disfrutando del tiempo medido por Campos/Lacuesta.
3- EL REINO (Rodrigo Sorogoyen, 2018)
¿Todo cine que se precie tendría que contextualizar su momento coetáneo? Lo ideal sería hacer un cine que al confrontar las lecturas del presente con el bagaje histórico sirviera para ser lanzado como arma arrojadiza para debate y aprendizaje. El Reino es un refrito apreciable de vicios del cine político que quiere ser trepidante, con su denuncia y sus diálogos zasqueros. Excelente factura de producto para en su parte final flirtear con el exceso y el desequilibrio. El dramón es la corrupción endémica, no los actos espectaculares ni llamativos. Esta confusión lastra el discurso para resurgir en un final ya analizado en esta web. La ambición que destila la película tendría que ser jaleada en las aulas para generar desparpajo y desterrar inseguridades. Las reacciones a El Reino demuestran la pobre responsabilidad política que cala en nuestros lares. Más reinos y menos librerías.
4-TODOS LO SABEN (Asghar Farhadi, 2018)
El héroe ya no quiere ser héroe. Ya no es nómada. Ya no es un rebelde. El héroe es un trabajador, sudado, comprometido y sucio. Un sedentario. Un torpe que ante el código de silencio se verá obligado a actuar, acatando una responsabilidad de la que no puede huir. Acción, consecuencia y después soledad. Un cineasta iraní rodando un western en Torrelaguna. Ethan Edwards vs. Paco, la puerta más famosa de la historia del cine es ahora verja, reja, prisión, el horizonte eterno ahora son viñedos azotados por el viento. Dos partes: la boda, movimiento, planos cortos, bruscos y cortantes; y la tragedia, que emerge pausada, planos reflexivos, agotados y envejecidos. La religión y el rencor no serán soluciones, la aceptación del pasado y el sacrificio, sí. Todos sabemos que somos ignorantes y Farhadi nos da pistas para serlo menos.
5-CARMEN Y LOLA (Arantxa Echevarría, 2018)
Al enfrentarse a una película de gitanas lesbianas, pasa cada poco, uno tiende al resoplido y a los chascarrillos facilones, tendría que pasar mucho menos. Carmen y Lola se encarga a lo largo de su metraje de recordarte que eres un idiota. Cuando el costumbrismo puede llegar a enfrentarse a la norma, crea conflicto y vida. La polémica suscitada tiene razón de ser y la celebramos disfrutando con música gitana (todos tenemos defectos). Hacer tambalear los cimientos de las costumbres que gravan mentalidades y amordazan deseos es saludable. De manera simple y efectiva, que no efectista, la historia muta a drama tópico en reacciones, pero rupturista en concepto. Pese a utilizar recursos manidos y simbologías fáciles, la honestidad expositiva va calando. Cuando la valentía del proyecto se transmite en el resultado, uno no tiene más que brindar por la libertad aunque sea, una vez más, con el mar de fondo.