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Rodin

Al final de la desgarradora e inabarcable, Las Dos Inglesas y el Amor, Truffaut nos sitúa en el Museo Rodin y nos transmite a través del narrador una frase: “La estatua de Balzac por fin es admirada por todos”, y flota una panorámica a través de la obra maestra de Rodin.

Jacques Doillon en su biopic de Rodin nos sitúa en el intervalo que va de 1883 (en plena elaboración de La Puerta del Infierno) a 1889 (finalización del monumento a Honoré de Balzac), en plena madurez artística del escultor. ¿Aporta Doillon algún destello, alguna magia, sobre la lucha de Rodin? No. La lucha de Rodin fue para mostrar lo verdadero, transmitir la vida a través de la escultura, la deformidad, los pliegues, la fealdad, las arrugas, las dudas, los miedos y las frustraciones de los seres que plasmaba. Este anhelo lo llevó a enfrentarse con los gustos imperantes y a desafiar los rígidos dictámenes de las academias. La película de Doillon es teatral, limitada, de manual, y repleta de recursos manidos. Al inicio tiene ciertos destellos que podrían hacer pensar que Rodin irá por otros derroteros, la conversación entre Camille y Auguste sobre si La Puerta del Infierno tendría que estar cerrada o abierta y la significación de eso en el carácter del artista serían un ejemplo. Pero sólo es un espejismo, en breve Doillon nos lleva por el roce de los árboles, las velas, los flirteos y la banalidad de los artistas célebres que salen en la película, punteados con pinceladas insuficientes. Hacer una película de un “monstruo” como Rodin y darle una pátina lánguida y de respiraciones viscerales (los besos de Lindon desatascarían cañerías) no genera ninguna novedad y, más bien, deja entrever, una vez más, el tópico de las ocasiones perdidas. Siempre me ha parecido sano hacer el ejercicio de imaginar qué pensaría el personaje real al ver su biopic… creo que Rodin haría una escultura de Doillon esplendorosamente fea. Cuando leer la biografía de Wikipedia es más enriquecedor que ver el biopic, supongo que tenemos un problema. El Non Finito michelangeliano, tan admirado por Rodin, aún resuena en el ajuste de cuentas del artista francés con el mundo del arte.

Cuando vi Las Dos Inglesas y el Amor busqué el significado de la frase inicial de esta crítica e investigué sobre Rodin. A veces las obras maestras generan conexiones que te disparan a otros mundos. Ayer cuando vi la película de Doillon casi me transformo en mármol, eso sí, bellamente cincelado pero vacío.

Il.lustració Camille en Construcció: Tià Zanoguera

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