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La Favorita

Las ovejas, blanco y negro saturado, reposan en las montañas de una Anatolia que en breve será escenario de un exterminio. La Grecia clásica existe en las ruinas y en alguna mesa de algún bar, los más ancianos, echando la partida, recuerdan qué recuerdan de las fábulas. Fermor evoca las montañas de Mani, un lugar donde esconderse en silencio. Theo alertó del cansancio de Europa y de la belleza y crueldad de las fronteras. La crisis desgarró el país y de sus restos surgió el enfado, la rabia, el desconcierto, una mala leche clavada en las entrañas del futuro.

Divagar sobre Lanthimos es divertido, agradecido y, de alguna manera, inútil. Si en un mesa la mayoría van a favor de Yorgos lo atacas, si es al revés lo defiendes, creo que su cine agradece el desconcierto, la contradicción expositiva.

Y ahora ¿en qué lado de la mesa estamos? ¿La Favorita es la película anzuelo? Esa película que sirve para que el dinero sea más fácil de conseguir y los proyectos se lleven a cabo más rápido (dato vital: voy al cine con mi madre Helena, targetoscars, la primera vez que demanda ver un film del heleno). Formalmente calculada para desnivel tan actual: actrices sobreactuando para premios y menciones, gran angulares sin sentido, saturada planificación y la dosis básica detalles estrafalarios Lanthimos S.L. Todo aliñado con diálogos forzados, diabólicos y disfrutables, esas puyas entre el trío protagonista se erigen en lo más jocoso de la película y la huella provocadora resurge de sus sospechosas cenizas.

Señales reforzadas por esos cuerpos maltratados, manchados, a disposición de un objetivo tanto argumental como artístico. Conjunción física apasionante, para un retrato visual de las heridas, de la disputa. Contienda que finaliza con un giro de posicionamiento que enriquece la película al darle una lectura inesperada. ¿No es ser la favorita una condena? ¿No es la libertad (destierro) no responder a ningún mandato? ¿Pese a todas las concesiones, no está, el creador, queriendo salvaguardar su posicionamiento discursivo?

En La Favorita se desvanecen efervescentemente las etiquetas que recaen sobre el director,  la hetorodoxia y la misantropía (¿algún texto que hable de esa repulsión atractiva de los personajes del cine hipermoderno? Por favor enviar link). La trama es plana, no trastoca imaginario, no es arbitraria, es deseada, la seducción como dominio no incomoda y el empoderamiento femenino queda tocado y hundido por el arribismo. Es decir, Lanthimos no es tan Lanthimos.

Añadamos los cuatro ingredientes de su cine vs. su última obra:
1- Lo cómico salva la función.
2- Lo trágico, al ser cómico, queda diluido.
3- Lo violento, al ser de época, no desconcierta.
4- Lo ridículo, al ser conocido, ya no sorprende.

Tras el castigo sufrido por tal receta, nuestro comportamiento desvelará esas incertidumbres ya comentadas. Si, como defiende el autor: al espectador no se le tiene que dirigir hacia una reacción emocional controlada, manteniendo cierta distancia. En este trabajo, el excesivo encorsatamiento no permite tales libertades, unidireccionalidad que va en contra del observador activo que construye la película mientras la contempla.

Esperando que esa originalidad, muchas veces forzada y de dudosa madurez, esa ruptura con todo el pasado (sugerido en el primer párrafo) no sea dogma ni principio básico, cierra crónica este cronista, más cercano al deslumbrante y enigmático final de Langosta que a la forma de masturbar de Abigail.

 

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