En Limited Edition, la galería de arte de Elijah Price (Samuel L. Jackson) en El Protegido (Unbreakable, 2000), este se refiere a una de las ilustraciones expuestas (de hecho, es la portada de un cómic que le regala su propia madre) como “muy especial, debido a la representación realista de sus personajes”.
En Glass (que también significa “espejo”), Shyamalan une El Protegido y Múltiple (Split, 2016) de manera formalmente más deudora de la primera, situando su argumento justo al final de la segunda, con David Dunn (Bruce Willis) en busca de La Bestia (James McAvoy), y utilizando de fondo un espejo consigo mismo, no sólo en su discurso a favor de lo extraordinario. La unión resulta perfectamente equilibrada, funcionando entre los polos opuestos de los reposados Willis y Jackson y el enérgico tour de force de McAvoy, gracias al dominio como narrador del director.
Sacando la máxima expresividad de un intensivo uso del fuera de campo y de múltiples pantallas (cámaras de seguridad, de ordenadores, de móviles…), recupera como decía de El Protegido el tempo pausado, los primeros planos de personajes mirando al espectador, los parlamentos de Mr. Glass sobre la tradición del mundo de los cómics, o las relaciones que nutren a los protagonistas, cargando de emotividad esas relaciones y las conexiones con el pasado.
Después de la primera escena de acción, en la que el director vuelve a huir de pirotecnia, como siempre ha caracterizado su cine (quien esperara un gran duelo final en el edificio más alto de la ciudad, no conoce mucho al director de El Sexto Sentido), encierra a los protagonistas en una institución mental (estos encierros también son un recurso recurrente del director: Señales, La joven del agua …). Ahí, a través del personaje de Sarah Paulson, se les inyecta el demonio de la duda sobre sus habilidades (de nuevo el espejo, puesto que a Shyamalan después de un par de fracasos con blockbusters, se le dio por muerto).
Esa emotividad presente en la película lo es también para con el espectador, recuperando conexiones no sólo anecdóticas en los intérpretes como Stephen Treat Clark, Charlayne Woodward, el dueño de la misma tienda de cómics con sus rótulos de neón en verde y púrpura, o el propio cameo del director. También las conexiones son formales: el transitado espacio de una estación es donde David Dunn empieza su periplo como vigilante con su capa-impermeable, pero también sirve, esta vez en un aeropuerto, como origen del (re)nacimiento (“esta no es una Edición Limitada, es una historia de Orígenes”).
Si en su momento, El Protegido se distanció en su promoción del mundo de los cómics, sorprendiéndonos con la que es probablemente la mejor película sobre superhéroes (muy poco reconocida en su momento), Shyamalan es fiel a sí mismo y en un mundo ahora superpoblado de cómics en pantalla de cine, nos da de nuevo más de lo que parece a simple vista, totalmente alejado del panorama actual… y no muy bien recibido en su país de origen.
Testamento de la trilogía y resurrección a la vez, es el extraordinario cierre que nos da M. Night Shyamalan con Glass.